Cómo enfrentar las incertidumbres de la vida.
La ignorancia en cuanto al futuro es una realidad que aterra y preocupa a la humanidad. Particularmente en momentos de estrés e incertidumbre, cuando el camino frente a nosotros parece sombrío e incierto (recuerdo los dilemas, ironías, dudas y entuertos que precedieron las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos y no solamente en ese país sino a nivel mundial). Pero los creyentes poseemos ojos espirituales capaces de ver al Dios omnisciente que tiene nuestro futuro en sus manos.
José desafió todo avatar que la vida puso delante manteniéndose firme en la fe. Los ojos espirituales de José estaban centrados en Dios, y confiaba en el Padre celestial plenamente (Hebreos 11:22).
Dios se revela a sí mismo a los creyentes “…que tienen un corazón puro, pues ellos…” lo verán (Mateo 5:8). Lo verán todos aquellos que tengan un corazón cristalino, un corazón rendido y humillado ante Él. Es decir, los que lo adoran “…en espíritu y en verdad”. (Juan 4:24), los que tienen una manera santa de pensar y rechazan las ideas erróneas, incorrectas y las sustituyen por la obediencia y por la verdad (Su Palabra).
Solamente un espíritu rendido y en santidad * detectará la presencia del Padre a nivel espiritual. Cuando recibimos a Cristo como Salvador somos separados, apartados de toda pecaminosidad. En ese momento nuestro espíritu es santo, pero nuestra alma tiene que ser santificada, transformada, y renovada juntamente con el cuerpo para ir creciendo “…a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…” (Efesios 4:13).
Dios no nos promete que no tendremos sufrimientos en este mundo pero sí nos garantiza que aunque tengamos que transitar por sendas oscuras y de dolor, Él estará con nosotros dándonos ánimo, consuelo y dirección. Dios es nuestra fortaleza (Filipenses 4:13) que nos enseña cómo enfrentar las incertidumbres de la vida.
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará”. (Isaías 43:2)
* Permanecer separado-apartado de este mundo para Dios, aunque vivamos en el.