
Serie
Viviendo en la luz de la verdad
Basado en 1 Tesalonicenses 5:15-22


​
-
Orad sin cesar.
-
Dad gracias en todo.
-
No apaguéis al Espíritu.
-
​No menospreciéis las profecías.
-
Examinadlo todo; retened lo bueno.
​​​​
Introducción
​
La vida cristiana es un camino de fe y transformación. No se trata simplemente de adherirse a un conjunto de doctrinas, sino de vivir de manera que refleje el carácter de Cristo en cada pensamiento, palabra y acción. En su primera carta a los Tesalonicenses, el apóstol Pablo ofrece una serie de exhortaciones que tocan directamente el corazón de la vida práctica del creyente.
​
Estos versículos (1 Tesalonicenses 5:15-22) no son solo consejos superficiales, sino principios profundos que desafían a todo cristiano a vivir de una manera que agrada a Dios, incluso en medio de las pruebas y conflictos. Cada uno de estos pasajes aborda aspectos cruciales de la vida diaria: cómo responder al mal, la importancia del gozo, la perseverancia en la oración, la gratitud, el cuidado del Espíritu Santo, el discernimiento, y la pureza.
​
A través de esta serie, te invito a meditar en cada uno de estos principios, permitiendo que el Espíritu Santo ilumine tu corazón y te guíe a vivir conforme a la voluntad de Dios. Que cada reflexión sea una oportunidad para examinar tu vida y acercarte más al Señor.
​
Primera Parte
“No pagues mal por mal y abstente del mal”
Texto base: 1 Tesalonicenses 5:15 y 22
​
“Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos... Absteneos de toda especie de mal”
​
El apóstol Pablo, en su primera carta a los Tesalonicenses, exhorta a los creyentes a vivir de manera que refleje el carácter de Cristo. En el versículo 15, Pablo les dice: "Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos." Aquí, Pablo establece un principio fundamental de la vida cristiana: la respuesta a la ofensa no debe ser la venganza, sino la bondad. Esta enseñanza refleja las palabras de Jesús en Mateo 5:44: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen." El cristiano es llamado a ser un pacificador, no un agente de discordia.
​
En el versículo 22, Pablo añade: "Absteneos de toda especie de mal." Esta exhortación es un llamado a la pureza y la santidad. No se trata solo de evitar el mal en su forma más evidente, sino también de apartarse de toda apariencia de maldad, de todo aquello que pueda comprometer el testimonio cristiano. Esto incluye las palabras, acciones y pensamientos. En un mundo que constantemente presiona hacia la conformidad, el creyente debe ser un ejemplo de integridad y rectitud.
​
La vida cristiana es un llamado a un estándar más alto. No se trata simplemente de evitar el mal, sino de ser activamente buenos, incluso cuando otros nos hacen daño. Sin embargo, reconocer esta verdad no significa que sea fácil. Perdonar a quienes nos ofenden puede ser extremadamente difícil, especialmente cuando la agresión ha sido grande. Como seres humanos, nuestra inclinación natural es reaccionar, tomar revancha o devolver el daño. Pero el Señor nos llama a algo diferente.
​
El apóstol Pablo enseña en Gálatas 5:22-23 que uno de los frutos del Espíritu es el dominio propio. Y ese dominio propio es esencial para no dejarnos llevar por la ira o el deseo de venganza. No somos nosotros quienes debemos hacer justicia por nuestra propia mano, sino que debemos confiar en que Dios, en Su soberanía, obrará a su tiempo y de la manera perfecta.
​
Debemos recordar las palabras de Jesús en la cruz: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34). Incluso en Su momento más doloroso, Él mostró compasión y perdón.
​
Ante cualquier agravio o mal que hayamos sufrido, nos queda la opción más poderosa: orar. Orar por la situación, por la persona que nos ha ofendido, sabiendo que Dios escucha toda oración y que Él obrará, trayendo comprensión y arrepentimiento al corazón de quien haya actuado mal. La oración no solo transforma al ofensor, sino también a nosotros, moldeando nuestro corazón a la imagen de Cristo.
​
Hoy, te animo a examinar tu corazón. ¿Hay alguna situación en la que has respondido con maldad en lugar de bondad? ¿Estás permitiendo algo en tu vida que no refleja el carácter de Cristo? No olvides que el Señor está siempre dispuesto a perdonar y a darte la fuerza para vivir conforme a Su voluntad.
​
Oración
​“Señor, ayúdame a ser un reflejo de Tu amor y bondad. Que mis palabras y acciones siempre sean un testimonio de Tu gracia. Límpiame de toda apariencia de mal y dame la sabiduría para vivir de manera santa y justa. En el precioso nombre de Jesús, amén.”
​
Segunda Parte
“Estad siempre gozosos”
Texto base: 1 Tesalonicenses 5:16
“Estad siempre gozosos."
​
La Biblia nos exhorta: “Estad siempre gozosos”. Sin embargo, a primera vista, esta instrucción parece difícil de cumplir. ¿Cómo podemos estar siempre gozosos cuando atravesamos dolor, pérdida o aflicción?
​
El ejemplo de Job es una poderosa enseñanza. Este hombre justo perdió todo lo que tenía: su familia, sus bienes, y hasta su salud. Sin embargo, a pesar de su profundo dolor, Job nunca culpó a Dios por su sufrimiento. Él entendió que, aunque no comprendía las razones de su prueba, Dios seguía siendo soberano y digno de confianza. “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. (Job 1:21).
​
En nuestra vida diaria, también enfrentamos situaciones que nos llenan de tristeza, angustia o dolor físico. No significa que siempre estemos sonriendo o que ignoremos la realidad del sufrimiento, pero sí podemos tener una certeza profunda: Dios está con nosotros en medio de cada prueba. Él no es el autor del mal, pero sí es nuestra fortaleza para superarlo.
​
El mundo fue creado por Dios en perfección y armonía, pero el pecado trajo consigo dolor, muerte y sufrimiento. No fue la voluntad original de Dios que la humanidad viviera en aflicción, pero Su amor permanece constante, y Su promesa de estar con nosotros jamás falla.
​
Sin embargo, como creyentes, no solo enfrentamos el dolor presente, sino que miramos hacia adelante con esperanza. Apocalipsis 21:4 nos asegura un tiempo maravilloso en el que “...no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor”. Esa es nuestra esperanza: la consumación de los tiempos, cuando el Reino de Dios será plenamente establecido. Mantengamos nuestra fe firme y esperemos con confianza en Su promesa.
​
Oración
​Querido Padre celestial,
Te damos gracias porque, aun en medio del dolor y la dificultad, podemos encontrar gozo en Ti. Sabemos que nuestras pruebas no son eternas y que, aunque no comprendamos todos los porqués, podemos confiar en Tu amor y cuidado. Enséñanos a mantenernos gozosos, no porque ignoremos el sufrimiento, sino porque sabemos que Tú caminas a nuestro lado.
En el nombre de Jesús, amén.
​
Continuará...