Jesucristo: La Revelación Perfecta de Dios
- Rinconcito de la Oración
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Basado en: Hebreos 1:1-2
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo...”
Desde el principio de los tiempos, Dios se ha revelado a la humanidad a través de la “revelación general” y de la “revelación especial”.
La revelación general: Es la manifestación de Dios accesible a toda la humanidad a través de la creación, la conciencia moral y la historia. La creación misma es una declaración silenciosa pero poderosa de Su existencia, majestad y poder.
El cielo estrellado, las montañas imponentes, el vasto océano y la complejidad de la vida son testigos silenciosos de la gloria de Dios. Esta es la manera como Él se hace conocer a todos los seres humanos, sin distinción de nación o cultura. Como dice el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Salmo 19:1) y según Romanos 1:20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” donde se afirma que los cielos declaran la gloria de Dios y que su poder y deidad son evidentes en la naturaleza.
Pero Dios no se limitó a hablar a través de la naturaleza. En Su amor y gracia, decidió revelarse de manera especial. Lo hizo enviando profetas, hombres elegidos y capacitados para proclamar Su mensaje, corregir, consolar y guiar a Su pueblo. Estos profetas fueron la voz de Dios en medio de una humanidad necesitada de dirección. Sin embargo, esta revelación alcanzó su plenitud en Jesucristo, el Hijo de Dios. Él no fue simplemente un mensajero, sino la misma Palabra hecha carne. Como nos enseña Hebreos 1:1-2: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo...”
Jesucristo es la revelación perfecta y final de Dios. En Él, vemos el amor de Dios en acción, Su justicia, Su gracia y Su verdad. No hay otra voz que pueda igualar la claridad y la autoridad de la voz de Cristo. Su vida, muerte y resurrección no son solo historia; son la máxima expresión de la voluntad y el carácter de Dios.
¿Estás escuchando la voz de Dios?
En medio del bullicio del mundo, en la prisa del día a día y entre las voces que compiten por nuestra atención, Dios sigue hablando. No lo hace a través de señales confusas o misteriosas, sino de manera clara y directa a través de Su Hijo, en una relación personal contigo. Él te conoce y no escatima esfuerzos para invitarte a acercarte, escucharlo, conocerle y vivir bajo Su amor y dirección.
No rechaces esta revelación. No dejes que Su voz sea solo una más entre tantas. Abre tu corazón, recibe Su Palabra y deja que transforme tu vida. Porque en Jesús, Dios no solo ha hablado: Él ha venido a redimirte, a salvarte y a darte vida eterna.
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