Cuando el precio es demasiado alto
- Rinconcito de la Oración
- 29 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 31 may

Basado en: Marcos 8:36
“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?”
En este pasaje, el Señor Jesús confronta directamente las prioridades humanas. Él no está hablando solo de riquezas materiales, sino de cualquier ambición terrenal que desplace a Dios del primer lugar. Ganar el mundo entero representa alcanzar éxito, fama, poder o placer, pero al precio de dejar de lado lo eterno: el alma, nuestra esencia inmortal.
La Biblia nos enseña que el alma es valiosa porque es eterna. Mientras este mundo y sus glorias pasan, el alma permanece, y su destino eterno se decide en esta vida. Jesús no está en contra del trabajo ni del progreso, pero sí del autoengaño que lleva a vivir como si esta vida fuera todo lo que existe.
Hoy, muchos persiguen metas sin sentido eterno, y cuando lo logran, descubren que siguen vacíos. ¿De qué sirve tener una casa lujosa, si no hay paz en el hogar? ¿De qué sirve el reconocimiento, si la conciencia está cauterizada? ¿De qué sirve lograr todo, si en el proceso se pierde esa comunión tan rica y esa relación tan personal con Dios?
Vivimos en una sociedad donde lo urgente se impone a lo importante, donde se corre detrás de logros, pero se olvida cuidar el alma. Quizás no todos buscamos “el mundo entero”, pero sí podemos caer en pequeñas distracciones que nos alejan de Dios: un trabajo que consume todo nuestro tiempo, una preocupación que domina el corazón, una herida que nunca se sana porque no la llevamos a Jesús.
Y mientras tanto, el alma —donde se anidan nuestras emociones, y el espíritu que entra en comunión con Dios— queda relegada. A veces lo notamos cuando llega una crisis: una enfermedad, un conflicto familiar, problemas que surgen de pronto… y entonces sentimos que todo lo que parecía sólido y seguro es frágil y momentáneo. Es ahí cuando Dios llama al corazón.
¿Y tú? ¿Qué estás buscando? ¿Qué estás priorizando? Hoy, el Señor te recuerda que tu alma tiene más valor que todo lo que este mundo puede ofrecer. Y ese valor se muestra en que Cristo dio su vida para rescatarla.
Jesús te invita hoy a poner tu confianza en Él. A dejar de construir sobre arena, y comenzar a edificar sobre la Roca. Solo Él puede darte salvación, paz y propósito eterno.
Entrégale tu vida, antes que sea tarde. Que no ganes todo… y pierdas lo más valioso.
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